martes, 17 de marzo de 2009

Dos poemas zen

El verdadero Camino, la esencia del Camino, no es difícil,
pero no debemos odiar o dejar de amar.

Si no odiamos y no dejamos de amar, el Camino aparece claramente, como la entrada de una cueva en la ladera de la montaña.

Si se crea una diferencia del grosor de un átomo, ya es una distancia infinita que separa el cielo de la tierra.

Para despertar aquí y ahora, hemos de liberarnos de lo verdadero y de lo falso.

Cuando lo verdadero y lo falso combaten, el espíritu esta enfermo.

Si desconocemos la profundidad del origen, la conciencia se agota.

El verdadero Camino es como el cosmos infinito, nada le falta y nada le es superfluo

Si dependemos de la ganancia o de la pérdida no somos libres.

No corramos tras los fenómenos, no nos entretengamos sobre el vacío.

Si nuestro espíritu se mantiene tranquilo, en calma, en su condición original, se desvanece naturalmente, espontáneamente, como en el sueño.


Shin Jin Mei. Maestro Sozan. Año 606 D.C.





No tengo padres, hago de los cielos y de la tierra mis padres.

No tengo hogar, hago de mi consciencia mi hogar.

No tengo vida ni muerte, hago de las corrientes de mi aliento mi vida y mi muerte.

No tengo fuerza divina, hago de la honestidad mi fuerza divina.

No tengo medios, hago de la comprensión mis medios.

No tengo secretos mágicos, hago de mi carácter mi secreto mágico.

No tengo cuerpo, hago de la resistencia mi cuerpo.

No tengo ojos, hago del destello del relámpago mis ojos.

No tengo oídos, hago de la sensibilidad mis oídos.

No tengo miembros, hago de la presteza mis miembros.

No tengo estrategia, hago de “lo no oscurecido por las ideas” mi estrategia.

No tengo planes, hago de la “captura de la oportunidad” mi plan.

No tengo milagros, hago de la acción rápida mis milagros.

No tengo principios, hago de la adaptabilidad a todas las circunstancias mis principios.

No tengo tácticas, hago del vacío y de la plenitud mis tácticas.

No tengo talentos, hago del ingenio presto mi talento.

No tengo amigos, hago de mi mente mi amiga.

No tengo enemigo, hago al descuido mi enemigo.

No tengo armadura, hago de la benevolencia y de la rectitud mi armadura.

No tengo castillo, hago de mi mente inmutable mi castillo.

No tengo espada, hago de la ausencia del yo mi espada

Samurai Anónimo S.XVI